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OPINANDO EN LA RED

¿QUIÉN REGULA LA PORNOGRAFIA EN LAS CALLES?

“Mayo 31 de 2007. Santa Marta – Magdalena. En desarrollo de la operación ‘Patria 791’, la Policía Nacional en Santa Marta, adelantó varios operativos en esta capital, obteniendo como resultado la retención de tres personas e incautados 958 discos compactos y 711 en formato DVD, esto con el fin de contrarrestar la piratería videográfica y fonográfica y ejercer un control de los sitios donde se comercializa.

Navegando en Internet me encontrè con esta noticia, un poco vieja pero de candente actualidad con los acontecimientos acaecidos en la sede de los Bomberos Voluntarios de Puerto Colombia, donde se da a conocer la acción de la Policía Nacional contra la piratería fonográfica y videográfica en la ciudad de Santa Marta, nos muestra la importancia de la lucha por defender los derechos de autor y acabar así con una industria ilegal que corroe los cimientos de una industria otrora próspera como lo fue la discografica.

Sin embargo, existe otro tipo de comercialización al cual poco se le presta atenciòn y es el de la video pornografía, vendida como si de cualquier producto de la canasta familiar se tratara en las calles de las ciudades de la Costa Atlántica, con carátulas con sexo explícito y a la vista de cualquier parroquiano, incluso menores de edad que ven como el comercio del sexo en desequilibrio llega hasta ellos deformado y alejado de su verdadera dimensión: “la procreación por amor de los seres humanos”.

Los fenómenos de la sexualidad son de los más complejos que existen en la organización física del hombre, ya que tienen su origen en el centro genésico que es el encargado del sagrado ministerio de la reproducción de la especie. Es por esa razón que el sexo y sus funciones son dignos de elevado respeto.

Por más que el hombre procure hacer válido y permisivos los justificativos para sus desequilibrios y deslices morales, presentándolos como aceptables y tornándolos sociales (caso del director del Cuerpo de Bomberos ya citado), éstos no lo eximen de atentar contra las funciones correctas de la vida, tornándose en víctimas desdichadas. No es pasar por puritanos, ni como falsos moralistas,  pero si hay algo por lo cual debemos trabajar es por la educación moral de nuestros niños y jóvenes para no tener que lamentar cada vez que nos encontramos con las constantes noticias de degenerados sexuales que sacian sus instintos en imberbes criaturas.

Ya es hora de tomar correctivos que permitan su venta, en forma más discreta, si es que así se le puede denominar, y evitar situaciones como la que me toco vivir en cierta oportunidad en la que uno de estos vendedores, con un televisor de pantalla pequeña, observaba en compañía de algunos colegas vendedores ambulantes una de estas películas y junto a ellos se encontraban dos niños que se divertían con las “proezas” de los libérrimos sexuales. Y pensar, que hace algunas décadas las revistas pornográficas eran vendidas en los puestos de revistas pero no a la vista del público.

Ya es hora que las autoridades policivas se preocupen por proteger a los menores y adultos que están en total desacuerdo para que este tipo de productos se exhiban en la via pública y que representan un peligro de perturbación intelectual, afectiva, o moral y por lógica consecuencia se consideran ofensivos a la moral, buenas costumbres y al pudor.

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