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¿TURISMO O CARBÓN?

¿TURISMO O CARBÓN?

 

 

Santa Marta, ciudad turística por vocación, se encuentra en la disyuntiva de escoger si se queda con el turismo, actividad que ha representado para ella un importante renglón de su economía durante muchos años, o con la floreciente empresa de cargue del carbón desde nuestro puerto, con todas las consecuencias que de esta actividad se derivan.

Es innegable que son muchas las desventajas que para nuestra riqueza natural representa el cargue del carbón desde el puerto de Santa Marta. La contaminación de las playas aledañas a los puertos, el deterioro de la infraestructura vial, además de los problemas de salud que el polvillo del carbón causan, no sólo en humanos, si no en todo ser vivo tanto animal como vegetal que entra en contacto con el mismo, son el resultado de la falta de previsión de nuestros dirigentes al aceptar que dos industrias antagónicas, la turística y la carbonera, pudieran convivir en armonía sin afectarse la una a la otra.

Por lo menos, gracias a las voces de protesta del gremio hotelero y turístico de la ciudad, la dirigencia política nacional prestó oídos a ese clamor y se han empezado a tomar medidas que permitan que Santa Marta recupere la tranquilidad y sus paisajes naturales descansen del arrollador paso de la contaminación del carbón. Pero es importante que las medidas tomadas, no sean un pañito de agua tibia que calme las turbulentas aguas del inconformismo popular, y si medidas de fondo que definan claramente la vocación turística de Santa Marta. 

Existe por parte del Gobierno Nacional, la voluntad de crear un puerto específico para la exportación de carbón, pues es bien claro que tampoco se puede coartar la posibilidad de desarrollo de esta industria que requiere de mano de obra calificada; pero que el entorno natural no se vea afectado por la falta de técnicas apropiadas para el embarque del mismo y en esto es clave la supervisión de entidades como Corpamag y el Ministerio del Medio Ambiente.

Sin duda está en juego el futuro de una industria próspera en nuestra región, bendecida por las playas más lindas de América, que por culpa de los intereses mezquinos de conglomerados económicos que poco le importa la riqueza ambiental de una región, siempre y cuando sus arcas se lucren con el resultado de la exportación del carbón por el puerto de Santa Marta. Definitivamente hay que encontrar el punto de equilibrio que permita la coexistencia de ambas, buscando alternativas reales donde la actividad carbonífera no ponga en riesgo el futuro de nuestra industria turística.

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